Analizar la vida de ser un cristiano
inicia con preguntarnos: ¿Quién es Dios?, definir quién es este ser divino, el
cual es el centro de nuestra vida, es lo más importante y para esto es
necesario manifestar que Jesús es Dios, con su padre y con su Espíritu Santo. Son
las tres personas que constituyen el misterio más grande de la humanidad, la
Santísima Trinidad, que no es más que la unión de tres personas en una misma
esencia, un mismo fin, una misma divinidad, que por fe creemos y no hemos de
dudar en su existencia real y verdadera.
El ser cristiano tiene como fundamento
el creer y aceptar a Jesús como verdadero Dios y verdadero hombre y tener
presente que la vida en cristo no se reduce a una meta a la que se llega después
de un recorrido de vida cristiana, la vida en Cristo se nos da desde el
bautismo. “Dios nos trajo la salud mediante el baño bautismal de regeneración y
renovación que obra el Espíritu Santo. Él derramó con toda profusión sobre
nosotros este Espíritu por Cristo Jesús, nuestro Salvador. Así, justificados
por la gracia de Cristo, hemos obtenido la esperanza de poseer en herencia la
vida eterna” ( Tito 3, 5-7); por
eso se dice que la vida cristiana debe de ser gradual y progresiva, por tanto
es necesario contemplar y vivir el evangelio como el cimiento que Cristo-Jesús
nos dejó para alcanzar esa gracia que tanto anhelamos como seres humano creados
a imagen y semejanza de Dios; esto en razón de que la religión de Jesús es la
religión de las buenas personas; y son buenas personas las que se contagian de
cosas buena, como el servicio, la entrega por el otro y el desinterés ante lo
material. Con esto el hombre logra conseguir el fundamento de ser un buen
cristiano y un honesto ciudadano.
Son muchos los escritos que se pueden
consultar al momento de abordar el tema de la vida en Cristo, del ser en
Cristo, pero la fuente principal es la Sagrada Escritura. En ella se puede
conocer la persona de Jesús. Por ejemplo, san Pablo utiliza 164 veces la
formula “en Cristo” y con esto san Pablo hace referencia al cambio radical de
la condición humana, a nivel ontológico, lo cual debe ser asumido y vivido
desde Cristo Jesús. Todos estos textos nos indican que la comunión de vida
incluye una coherencia ontológico-existencial. En razón de ello no podríamos
olvidar “Sí Cristo está en vosotros, aunque vuestro cuerpo haya muerto por
causa del pecado, el espíritu tiene vida por la justificación. Y si el Espíritu
de aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el mismo
que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos vivificará también vuestros
cuerpos mortales por obra de su Espíritu que habita en nosotros” (Romanos 8,
10-11). Por lo tanto, la vida en el Hijo, Cristo Jesús, nos lleva al Padre y al
Espíritu Santo.
El Espíritu Santo, que muchas veces se
entiende como otra persona distinta, es quien vivifica nuestro ser en Cristo,
por eso nuestros cimientos deben ser como los de Jesús, quien los fortalecía
con su vida pública. De esa manera con su resurrección, el Hijo nos hace
participes del reino de Dios, nos revela el Padre, nos da su Santo Espíritu y
nos inhabita con la Trinidad, por medio de la filiación, que es la comunión de
la existencia personal de Jesús. Es por la filiación que se da la
transformación ontológica del ser en Cristo Jesús, nuestro Salvador y Señor;
con esto se nos da la condición Cristiforme. Es verdad lo que nos dice Jesús en
las escrituras “Os conviene que yo vuelva al cielo, pues de su partida dependía
la venida del Espíritu Santo”.
Dentro de ese proceso que nos lleva a
tener la condición Cristiforme, se requiere un fundamento que debe ser
entendido como el proceso de Cristificación del hombre, ya que el hombre nace
del pecado y mediante el bautismo es purificado del pecado y en el camino de la
vida debe unir sus esfuerzos y su voluntad a un proceso de justificación, del
que habla también Pablo en su carta a los Romanos, y en el cual mantiene su
postura de vivir en Cristo mediante el Espíritu Santo y así llegar cada uno de
nosotros, creyentes, a SER CRISTO. Esto quiere decir alcanzar el don, el regalo
de Dios, que es el significado de Gracia en griego.
Por tanto, el ser cristiano, es ante
todo un proceso Cristocéntrico, que parte del reconocimiento del ser pecadores,
haciendo de nuestro corazón, un regalo para Dios, humilde, sencillo, contrito, construyendo
un camino que se cimiente en la justificación, despecatización, por la unión
del hombre con Dios, por medio de la relación fiel con Jesús, alcanzando así LA
GRACIA, que la da el mismo Jesús y que es Jesús. Somos inhabitados por la santísima
Trinidad, con el Padre, con el Hijo y con el Espíritu Santo de Jesús resucitado.
Por eso el cristiano es y vive en misión, que consiste en hacer suyo el
misterio de Cristo, haciéndonos un nuevo Jesús en el mundo de hoy, viviendo Jesúsmente.
Sergio Andrés Escalante Hernández
Prenovicio
de la Orden de Predicadores, Provincia San Luis Bertrán de Colombia.
Fuente imagen 1: Iglesia.Info. Disponible en: https://www.iglesia.info/oracion-milagrosa-la-santisima-trinidad-casos-dificiles-urgentes/
Fuente imagen 2: Jesus Christ for muslims. Disponible en: https://www.jesuschristformuslims.com/es/mensaje-del-dia-jesus-el-sanador/
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