martes, 5 de junio de 2018

LA CONDICIÓN CRISTIFORME DEL SER HUMANO



Analizar la vida de ser un cristiano inicia con preguntarnos: ¿Quién es Dios?, definir quién es este ser divino, el cual es el centro de nuestra vida, es lo más importante y para esto es necesario manifestar que Jesús es Dios, con su padre y con su Espíritu Santo. Son las tres personas que constituyen el misterio más grande de la humanidad, la Santísima Trinidad, que no es más que la unión de tres personas en una misma esencia, un mismo fin, una misma divinidad, que por fe creemos y no hemos de dudar en su existencia real y verdadera.
El ser cristiano tiene como fundamento el creer y aceptar a Jesús como verdadero Dios y verdadero hombre y tener presente que la vida en cristo no se reduce a una meta a la que se llega después de un recorrido de vida cristiana, la vida en Cristo se nos da desde el bautismo. “Dios nos trajo la salud mediante el baño bautismal de regeneración y renovación que obra el Espíritu Santo. Él derramó con toda profusión sobre nosotros este Espíritu por Cristo Jesús, nuestro Salvador. Así, justificados por la gracia de Cristo, hemos obtenido la esperanza de poseer en herencia la vida eterna” ( Tito 3, 5-7);   por eso se dice que la vida cristiana debe de ser gradual y progresiva, por tanto es necesario contemplar y vivir el evangelio como el cimiento que Cristo-Jesús nos dejó para alcanzar esa gracia que tanto anhelamos como seres humano creados a imagen y semejanza de Dios; esto en razón de que la religión de Jesús es la religión de las buenas personas; y son buenas personas las que se contagian de cosas buena, como el servicio, la entrega por el otro y el desinterés ante lo material. Con esto el hombre logra conseguir el fundamento de ser un buen cristiano y un honesto ciudadano.


Son muchos los escritos que se pueden consultar al momento de abordar el tema de la vida en Cristo, del ser en Cristo, pero la fuente principal es la Sagrada Escritura. En ella se puede conocer la persona de Jesús. Por ejemplo, san Pablo utiliza 164 veces la formula “en Cristo” y con esto san Pablo hace referencia al cambio radical de la condición humana, a nivel ontológico, lo cual debe ser asumido y vivido desde Cristo Jesús. Todos estos textos nos indican que la comunión de vida incluye una coherencia ontológico-existencial. En razón de ello no podríamos olvidar “Sí Cristo está en vosotros, aunque vuestro cuerpo haya muerto por causa del pecado, el espíritu tiene vida por la justificación. Y si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el mismo que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos vivificará también vuestros cuerpos mortales por obra de su Espíritu que habita en nosotros” (Romanos 8, 10-11). Por lo tanto, la vida en el Hijo, Cristo Jesús, nos lleva al Padre y al Espíritu Santo.
El Espíritu Santo, que muchas veces se entiende como otra persona distinta, es quien vivifica nuestro ser en Cristo, por eso nuestros cimientos deben ser como los de Jesús, quien los fortalecía con su vida pública. De esa manera con su resurrección, el Hijo nos hace participes del reino de Dios, nos revela el Padre, nos da su Santo Espíritu y nos inhabita con la Trinidad, por medio de la filiación, que es la comunión de la existencia personal de Jesús. Es por la filiación que se da la transformación ontológica del ser en Cristo Jesús, nuestro Salvador y Señor; con esto se nos da la condición Cristiforme. Es verdad lo que nos dice Jesús en las escrituras “Os conviene que yo vuelva al cielo, pues de su partida dependía la venida del Espíritu Santo”.
Dentro de ese proceso que nos lleva a tener la condición Cristiforme, se requiere un fundamento que debe ser entendido como el proceso de Cristificación del hombre, ya que el hombre nace del pecado y mediante el bautismo es purificado del pecado y en el camino de la vida debe unir sus esfuerzos y su voluntad a un proceso de justificación, del que habla también Pablo en su carta a los Romanos, y en el cual mantiene su postura de vivir en Cristo mediante el Espíritu Santo y así llegar cada uno de nosotros, creyentes, a SER CRISTO. Esto quiere decir alcanzar el don, el regalo de Dios, que es el significado de Gracia en griego.


Por tanto, el ser cristiano, es ante todo un proceso Cristocéntrico, que parte del reconocimiento del ser pecadores, haciendo de nuestro corazón, un regalo para Dios, humilde, sencillo, contrito, construyendo un camino que se cimiente en la justificación, despecatización, por la unión del hombre con Dios, por medio de la relación fiel con Jesús, alcanzando así LA GRACIA, que la da el mismo Jesús y que es Jesús. Somos inhabitados por la santísima Trinidad, con el Padre, con el Hijo y con el Espíritu Santo de Jesús resucitado. Por eso el cristiano es y vive en misión, que consiste en hacer suyo el misterio de Cristo, haciéndonos un nuevo Jesús en el mundo de hoy, viviendo Jesúsmente.


Sergio Andrés Escalante Hernández
Prenovicio de la Orden de Predicadores, Provincia San Luis Bertrán de Colombia.

Fuente imagen 1: Iglesia.Info. Disponible en: https://www.iglesia.info/oracion-milagrosa-la-santisima-trinidad-casos-dificiles-urgentes/
Fuente imagen 2: Jesus Christ for muslims. Disponible en: https://www.jesuschristformuslims.com/es/mensaje-del-dia-jesus-el-sanador/

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